lunes, 23 de julio de 2012

Diario de EL ROSTRO (3)

3 de septiembre de 2010

Patricia me cuenta que  anoche soñó con su padre. Su rostro era joven, no usaba anteojos todavía, me dice.  Aunque los dos -ella por supuesto- conocíamos muy bien a ese hombre, muerto ya hace unos años, se empeña en describir los detalles: la piel blanca y lampiña, los ojos juguetones, la sonrisa pícara. En esa descripción minuciosa, entiendo,  se juega para ella un montón de otras cosas: su propio rostro -el brillo en su mirada mientras me lo cuenta es insoslayable- lo  revela.  Ese rostro, el de su padre joven, es un momento robado al tiempo,  la llave de un instante único que la contiene niña  a ella y  joven al padre. Aunque entiendo esto, hay una profunda, profundísima red de implicancias desconocidas por mí, sugeridas apenas, esbozadas en los destellos de luz en los ojos.  En el sueño el padre le dijo: Ahora que estoy solo vení a visitarme.
¿Podremos pensar el rostro -"El rostro"- como ese lugar donde se despliegan instantes robados al tiempo, en un nuevo presente, fisuras en el devenir, para un regocijo luminoso?
(Si  hay algún conocimiento que nos conduzca por ese río sólo puede estar ligado al ámbito de la intuición y lo sensible).

24 de septiembre de 2010
“Aquello que sucede en el rostro de un hombre es incluso más importante y luminoso que lo que   acontece a su alrededor”
Ermanno Olmi

10 de noviembre de 2010
Mi amigo y hermano Gustavo Hennekens será el protagonista.
Su rostro, su mirada, es territorio ofrecido, siempre franco.
Pero a la vez, el rostro es una especie de abismo cargado de misterio.
Me manda unas fotos de su padre, las únicas que tiene y al que casi no conoció: un cuerpo pequenísimo en el plano general, un rostro hundido en las sombras: la presencia es siempre el testimonio de una fuga.
 
21 de abril de 2011
Patricia se enferma. Todo en suspenso.

No hay comentarios.: