AÑO 2010 (primera de tres partes)
7 de febrero de 2010
Hay un sueño (¿de quién?, ¿cuándo?): "Ayer soñé con mi padre. Tenía
el rostro lleno de telarañas, pero no me daba miedo".
¿Hay un espacio, luz y sombra, belleza última, desde donde se derrama la
muerte? Es decir un momento intermedio entre la vida y la muerte, pura
presencia física de los otros, de los muertos. ¿Hay algo así como una fiesta
última, quizás dolorosa, pero fiesta al fin?
20 de febrero de 2010
Dice Arnaldo Calveyra: "Los pasos del que pasea / se convierten
en lugares. / Mientras se presenta ante / el laberinto de los años / se asoma
al pozo de su cuerpo".
Un hombre regresa a su sitio natal, una isla profunda del Paraná, donde
ya no queda nada, a rencontrarse con sus muertos.
6 de marzo de 2010
Hay que seguir explorando en el trabajo con archivos (profundizar el trabajo
iniciado en "La orilla que se abisma"). Esos archivos deben funcionar
desde la subjetividad del hombre, pero no deben instalarse en un sentido
argumental, en una cronología del recuerdo, sino en relación a una continuidad
expresiva, sólo descifrable desde lo anímico y lo perceptivo. Deberemos
deslizarnos en el tiempo (como el río), con vaivenes, caídas, pequeños oleajes:
un nuevo tiempo, pura deriva.
7 de abril de 2010
Vamos con Luis Cámara a visitar una isla: un paisaje seco, austero.
El hombre integrado al paisaje, es parte de él: el plano nos debe
permitir ver esta integración.
Pienso:
¿Será posible liberar de la apariencia al suceso,
pero sin olvidarse de él, sin perderlo?
¿Puede el cine intentar que no se escape la
verdadera ambigüedad de los acontecimientos?
Crudeza y poesía.
Por ahí vamos, mientras Maldonado rema por tierras inundadas. Vamos en
silencio.
18 de mayo de 2010
Hay otros versos de Calveyra:
"¿Y la palabra cedrón, / la palabra borraja, / la palabra llovizna, / la
palabra salir al campo?"
Y sigo, con su permiso: ¿Y la palabra nuestros muertos?
¿Será posible que la película sea la tierra donde germinen algunas
palabras, algunos sonidos, un conjunto de acciones que se deslicen desde el
fondo del tiempo?
Una forma de habitar y no otra.
¿Cuál es la música que se desliza
desde el río y los espinillos, desde los rostros y las crecientes, la luz y la
intemperie?
20 de mayo de 2010
Se afirma: Un hombre vuelve a su tierra natal, isla profunda, donde ya
no hay nada, a reencontrarse con sus muertos.
Pero, ¿qué significa “a reencontrarse con sus muertos” en términos
audiovisuales?
Por ahora, lo único que sé es que la presencia de nuestro personaje concentra, de puro estar nomás. Y viene
alguien. Y viene otro. Y aparece un
rancho donde no había nada. Y llegan más. Llegan desde lo profundo de la isla y
desde el río. Y no hay diferencias entre
los cuerpos. Los vivos y los muertos.
6 de junio de 2010
(Después de una
nueva visita a las islas)
Las islas están
compuestas por grandísimas extensiones
de tierra, con montes de madera blanda (sauce, timbó, ingá) en la costa, y pajonales interminables, montes de
espinillos, algarrobos y talas, lagunas y esteros, tierra adentro.
Las islas son
por naturaleza un espacio cargado de
cierta precariedad: las crecientes,
siempre voraces, construyen una memoria y un riesgo. Nadie olvida las crecientes; por todos lados
hay huellas. Nadie deja de temer a la creciente que puede sobrevenir.
La isla es, por
ello, una imagen del antes y del
después. Y el presente es un estadio frágil entre dos dolores.
Esta conciencia
imprime en sus habitantes, los
isleros, una extraña vitalidad.
Se vive el presente, el sol y la pesca, los encuentros y el vino, el fogón y
los silencios, como una fiesta y una despedida al mismo tiempo.
La isla puede
ser también la imagen de un antes y un
después: un nuevo ahora.
19 de julio de
2010
Llegamos a
orillas del Paraná cerca de las 5 de la
mañana. Hay viento y varios grados bajo cero.
Vamos a grabar
las imágenes iniciales: el personaje se interna en el río, remando, rumbo a la isla. Sólo eso.
Todo está
dispuesto: la cámara - una bolex que elegimos especialmente-, nosotros, la
bruma. Una bruma densa que parece nacer del río.
Es el momento de
empezar a filmar, el fotómetro de Luis así lo indica. Pero la cámara se
resiste: se congela y no permite que corra la película.
Después de un
rato nos damos por vencidos. La luz ya se
ha disparado y se llevó la
atmósfera esperada. La jornada quedó arruinada. A tratar de entrar en calor entonces y a volver.
(¿Alguna señal?)
Estas dos fotos
quedaron como testigos:
3 de septiembre de 2010
Patricia me
cuenta que anoche soñó con su padre.
Su rostro era joven, no usaba anteojos todavía, me dice. Aunque los dos -ella por supuesto- conocíamos
muy bien a ese hombre, muerto ya hace unos años, se empeña en describir los
detalles: la piel blanca y lampiña, los ojos juguetones, la sonrisa pícara. En
esa descripción minuciosa, entiendo, se
juega para ella un montón de otras cosas: su propio rostro -el brillo en su
mirada mientras me lo cuenta es insoslayable- lo revela.
Ese rostro, el de su padre joven, es un momento robado al tiempo, la llave de un instante único que la contiene
niña a ella y joven al padre. Aunque entiendo esto, hay una
profunda, profundísima red de implicancias desconocidas por mí, sugeridas
apenas, esbozadas en los destellos de luz en los ojos. En el sueño el padre le dijo: Ahora que
estoy solo vení a visitarme.
¿Podremos pensar
el rostro -"El rostro"- como ese lugar donde se despliegan instantes
robados al tiempo, en un nuevo presente, fisuras en el devenir, para un
regocijo luminoso?
(Si hay
algún conocimiento que nos conduzca por ese río sólo puede estar ligado al ámbito de la intuición
y lo sensible).
24 de
septiembre de 2010
“Aquello que sucede en el rostro de un hombre es incluso
más importante y luminoso que lo que acontece a su alrededor”
Ermanno Olmi
10 de noviembre de 2010
Mi amigo y hermano Gustavo Hennekens será el protagonista.
Su rostro, su mirada, es territorio ofrecido, siempre
franco.
Pero a la vez, el rostro es una especie de abismo cargado
de misterio.
Me manda unas fotos de su padre, las únicas que tiene y
al que casi no conoció: un cuerpo pequenísimo en el plano general, un rostro
hundido en las sombras: la presencia es siempre el testimonio de una fuga.
En breve, serán publicadas los testimonios de los años 2011 y 2012.